
En esta época del año, existe una alta probabilidad de que usted, un amigo o familiar esté participando en el juego navideño por excelencia: el amigo secreto. Recordemos su principio básico: alguien conocido ha sido elegido para darnos un regalo, pero no sabemos quién. Lo mismo ocurre con nosotros, que le daremos un regalo a alguien que no sabe quién será su gifter.
Cuando trasladamos este principio festivo a la formalidad del gobierno corporativo, nos encontramos con el rol de los directores independientes en una empresa, en este caso familiar. La familia propietaria invita a un profesional consumado a ser parte del equipo estratégico, del inner circle, donde la mayoría de los miembros son familia —o tan cercanos como si lo fueran—, con la expectativa de que su aporte, su regalo, sea apreciado y beneficioso.
Entonces, ¿cuáles podrían ser los regalos que los directores independientes traen bajo el brazo a pesar de que no conocen nuestros gustos y preferencias, y todo aquello que nos ha llevado a ser la empresa exitosa que somos? La respuesta es simple: justamente lo que —con humildad debemos reconocer— nos falta para ser aún más exitosos:
Visión estratégica. Un director independiente debería traer una mirada innovadora, una perspectiva diferente de la industria en la que la empresa familiar opera, que genere una sinergia con las capacidades organizacionales que la empresa tiene. Así, contribuirá a multiplicar su potencial y a generar el marco para capitalizar ese potencial. Una encuesta del grupo Curiosity a más de 600 empresas familiares de Latinoamérica, semanas después del inicio de la pandemia, revelaba que la gran mayoría de las que contaba con directores independientes reconocía su aporte para visibilizar escenarios y perspectivas diferentes.
Experiencia en gestión de stakeholders. Esto va más allá de la experiencia en la misma industria de la empresa. Diferenciemos la gestión estratégica de stakeholders de ser un lobista. Un director independiente ayuda a identificar a aquellos stakeholders que podrían no estar en el radar de los dueños, mapea los riesgos de la inacción y sugiere estrategias para abordarlos. No es alguien que abre puertas para lo que quieren los dueños sin chistar: es un socio en la definición y en la estrategia de abordaje, incluso si no es lo que los dueños quieren.
Expertise funcional en un área crítica para el crecimiento de la empresa. Cada empresa debe identificar los puntos ciegos o débiles para ejecutar una estrategia: marketing, finanzas, talento y organización o transformación digital son algunas de las funciones en las que siempre se requiere una visión estratégica referente para que el equipo gerencial pueda operar.
Objetividad en la toma de decisiones. Esta mirada ayuda a equilibrar la dinámica emocional que muchas veces fluye sin límites en una empresa familiar. A veces el rol puede tornarse en el de árbitro de facciones con posiciones encontradas por la pasión, cuando, justamente por su condición de externo, el director puede encontrar el consenso o apoyar genuinamente la opción más beneficiosa para el negocio. Así, el director independiente puede convertirse en un mentor para las nuevas generaciones de la familia o en un aliado del CEO, sea familiar o no, en el posicionamiento de ciertas estrategias y planes que requieran el apoyo del directorio, además de ser su consejero en la relación con la familia. Su elección debería traer alguno de los regalos del wish list o todos al mismo tiempo. Depende de la familia asegurarse de que, si Santa Claus is not coming to town, al menos sí lo haga nuestro amigo (no) secreto.
Artículo publicado originalmente En la Revista Semana Económica
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